La persona es lo primero


 

La homeopatía contempla otro aspecto crucial.
Abordar el “nudo” existencial que ata y subyace en la historia de cada individuo.
Esto es lo nuclear, lo medular que moldea la vida de cada ser humano, y determina su actitud ante ella.  Saber de qué es que esa persona sufre, de donde parte la raíz de su conflictiva personal, que todo individuo,  latente o mas manifiestamente presenta.
¿Por qué es necesario ahondar en ello ?
Porque en ese fondo descansa muchas veces inadvertido, escondido o silenciosamente inmodificado a lo largo del tiempo el núcleo íntimo del desequilibrio vital.
Miedos, ansiedades, inseguridades, sentimientos penosos, percepciones negativas sobre uno mismo que persisten a lo largo de la vida, forman el  conjunto de vivencias básicas que edifican y dan una tonalidad determinada al ser. Sobre ellas se construirá la persona que cada uno es.
Muchas actitudes o circunstancias de la historia personal, (por lo general, las mas importantes) tienen su anclaje, su explicación o su consecuencia en estas características profundas que guardamos internamente.
Curar a la persona significa posibilitar una modificación de aquellas pautas internas que determinan una actitud negativa ante la vida.
Si no hay modificación de ello no habrá verdaderamente curación.
¿Por qué ? Porque somos una unidad, mientras el desequilibrio vital siga expresándose en algún sitio, sea en el cuerpo o en la mente, la persona seguirá enferma. Este desequilibrio podrá trasladarse de un lado a otro dando manifestaciones psíquicas o corporales o alternado entre unas y otras, si no se logra curar al “todo”, que es el individuo
Si sólo se modifica lo somático quedando aspectos mentales “enfermos”, esto se reflejará de diversos modos en el sentir y actuar de sujeto mostrando que la persona no está sana y posiblemente recaiga nuevamente su padecer somático o agrave el psíquico.
Las enfermedades son el producto de esa adaptación a la vida y por lo tanto tienen que ver con lo que en ella pasa. Las enfermedades no están aisladas del individuo, como tampoco él está aislado de las circunstancias que le acontecen y del entorno en el que vive.
Comprender de qué sufre cada paciente, no es una tarea específicamente psiquiátrica o psicológica, es una de las fuentes básicas de la comprensión del sufrimiento humano y del cual la medicina ha ido progresiva y  paradójicamente alejándose.
Toda enfermedad tiene siempre un componente mental y físico. Estamos formados de ambas esencias y ambas se afectan cuando nos enfermamos.
Para esta concepción médica lo que se debe curar es a la persona y como consecuencia, curará también la enfermedad. No se antepone “la enfermedad” a la persona que está enferma sino que si la persona está enferma,  sea de una gripe, una depresión con intento de suicidio o un cáncer de colon, no es sólo la  gripe, la depresión  o el cáncer la enfermedad, sino la persona entera la que está enferma y manifiesta síntomas en determinado lugar de su organismo o de su psiquismo.
Se puede “tapar” temporariamente una manifestación de ese desajuste pero si no hay una recuperación  de la persona toda volverá a saltar el “fusible”, en otro sector demostrando que no se había logrado verdaderamente  “curación”.
La curación pasa por reestablecer el equilibrio de la energía vital del sujeto, y entonces él mismo, su propio organismo armonizado, (la fuerza natural de curación como señalaba Hipócrates), es quien devolverá la salud a la persona.